La rosa estaba cada vez...
más blanca, más bella.
Por la mañana me sorprendía
con sus rocíos de colores al sol
y su aroma lozano sin tintes de jazmín…
Era tan feliz que un día le traje un abono,
y un riego enriquecido, y por supuesto,
a mi amada compañera,
para que observe la belleza natural,
en mi jardín de las delicias únicas…
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