La historia se repite, bus hasta el bar donde bordan la tortilla de espinacas, y el café es bueno, y luego andar de bajada hasta mi casa. Mientras andas piensas… yo aprovecho para sonreír a la vida, y me siento en uno de mis bancos favoritos, uno que da al mar, al puerto... es una belleza activa que al mismo tiempo te relaja y te lleva a los sueños azules. ¡Tarragona es mucha Tarragona!
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