Cuántas veces soñé verte a mi lado,
compartir conmigo el maná ganado honradamente,
la generosidad del oxígeno...
el espacio entre el respeto y la complicidad de la comprensión.
Poco a poco, se me dio el milagro...
y ahora lo gozo a pequeños sorbos
como aquel que degusta un néctar añejo de pura esencia.
Mi sonrisa duerme plácida en el fondo del alma,
y los sueños realizados la han transportado a mis días cotidianos.
Feliz aquel que sueña y despierta con su alma en paz y al sol…
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