Yo también canto para que sonría mamá, para que siga mirándome y no deje de protegerme con su mirada. Aquel concepto tan arraigado del agradar, a veces al precio que sea, no es noble. El proceder honesto no cuaja para el gusto de algunos, y el querer contentar a todos es utópico y casi deshonesto. Mi madre, las madres, la gente buena y sana, la honrada, la que tiene la bondad por bandera, sonríe a la decencia. Yo canto para que sonría mamá, y se quede sin expresión toda maldad…
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