Amigos en vuelo, jubilados pacíficos, amigos eufóricos hacia el bar de los almuerzos… Encuentro, un placer de encuentro, unos callos maravillosos, y una charla para arreglar el mundo, sin morir en el intento, y acabar con aquello de pedir a la Virgencita... que te deje como estás. Siempre es un placer vivir la amistad, tras un vino en mesa de frescas viandas, y hablar de todo desde el respeto y la confianza…
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