Dejado ir, sin freno ni pausa, voy confiado por la vía férrea,
tengo el respeto de los trenes, de momento,
antes pasé sin vuelo por los alambres de la incertidumbre.
Mi cabeza blanquea, mi cerebro sestea, se oye un tren...
por fin alguien viene a abrazarme, me aparto,
no soporto que me quieran tanto,
quizá por esto soy un asiduo de las cuerdas flojas,
de los raíles oxidados, de los suelos áridos y alejados.
Estoy en la cama, sudo, me despierto…
¡vaya sueño! afortunadamente no era yo.
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