Cuando quiero relajarme, siempre pienso en la barquita de remos recogidos, a merced de las aguas del Ebro en su tramo final. Cerrar los ojos y experimentar la sensación de que el río va para arriba empujado por el mar… y al abrir los ojos, observar cómo saltan las lisas, mientras un vuelo de flamencos dan solemnidad a la belleza. Nuestro río es un río mar, aquí notamos su abrazo, de un salado que sabe a dulce y que enamora y apasiona. Relajarse, en el Delta es una delicia...
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