Tu alma es tan blanca,
y tu luz tan sincera y sabía…
Tu presencia es tan noble y pacífica,
tu dicción tan diáfana y tan clara...
como tus mejores silencios.
Tus ojos son tan dulces,
que llevan sonrisa de regalo
y aplauso de bienvenida.
Tus manos tan bellas
conllevan el calor de la caricia.
Eres tú, solo tú, hija del sol…
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