Y en la próxima legislación que todas las ventanas den al mar,
que no tengas que dar propina por llamarte señor,
que el café sea obligatorio y gratuito,
el chocolate, imprescindible, y el arroz del Delta del Ebro,
las barras libres, los paseos en barca con gondoleros, los vuelos muy altos,
y, por lo desconocido de todos los verdes y azules de mar y cielo,
el amor sea natural, habitual, racional, sin dejar de ser maravilloso y pasional,
que no haya políticos que te destrocen la existencia,
ni personas que los aplaudan…
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