Pobres, mutilados, harapientos, destartalados, los ves en las puertas de las iglesias, en las de los supermercados, en las esquinas de las calles más concurridas, y los ves con sus caras plañideras, pidiendo con voces de súplica para comer, también los contenedores son asaltados en busca de algo que llevarse a la boca. La tristeza es aún mayor cuando algunos van puerta a puerta por los pisos y con los hijos a cuestas o de la mano. Se me encoge el corazón, suelo dar unas monedas, o algo para comer cuando vienen a casa, pero sólo sirve para aumentar mi decepción. Hay más de los que se dejan ver, pero aquí... ¡todo va bien!
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada