Observo las fuentes del Serrallo, van sacando brazos, chorreando alegrías en la mañana parda y fría de invierno, como dijo el poeta. Y, en el pensamiento del poeta, comparo los líquidos y variados surtidores con la salida de los niños de la escuela… Toca el timbre, es la hora de ir a comer, padres y abuelos recogen los pequeños chorros de vida, más, mucho más hermosos que la mismísima agua… y, uno piensa, quién fuera un buen poeta, ¿verdad?
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