Siempre hay rosas que perduran en el mar,
dándose un baño de templanza y hermosura.
Veo siempre algún pajarillo que va raudo a posarse
en la punta de un cañón, del feroz barco de guerra.
Y en nuestro desorden capital…
de las ánimas y los ánimos sumergidos,
emerge una sonrisa de esperanza,
como aquel que aún puede decir aquello de…
“Todo se ha perdido, menos el honor y la vida”.
Siempre hay rosas… en los caminos de la vida.
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