Y en el vuelo nocturno de esta noche me posé en tu ventana,
recordé que tu solías ser muy ventanera, como diría Gabriel y Galán,
y allí esperé tranquilo a que encendieras la luz
y poderte dar el abrazo con beso de buenas noches.
Después, vuelo de regreso hacia mi casa con un laurel en el pico,
como muestra de proyecto de nido y futuro, feliz como un buen alado,
presto ya para trinar en todas las mañanas
que, por supuesto, se eternizarán en sublimes primaveras de luz.
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