Pobre amigo, le dieron calabazas, un no, claro y raso,
que según dicen es mejor que un sí dudoso.
Le vendieron una indiferencia,
como un beneplácito de las circunstancias,
un mirar a otra parte, para que no le cegaran los enfoques habituales.
Se le ve con la lección aprendida, con su música a otra parte...
Y es que el mundo siempre puede empezar otra vez,
volver al suelo propicio de brazos abiertos.
Pobre amigo, vuelve, te esperan soles en primicia…
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