Los dos la querían...
y se dispuso un juego de respetos,
nadie quería herir a nadie,
y la apariencia pacífica del entorno
no disimulaba que se iban cociendo a buen nivel,
sentimientos y emociones que no sabían,
no querían, no podían resolver o definir.
Eran amigos, se querían, se ayudaban,
se veían cada día, e incluso parecían felices,
hasta que ella tomó partido...
y el partido no se jugó, jamás se jugó.
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