Si se tercia, te paseo por mi huerto,
para que los azahares sepan
que no han alcanzado su umbral de sensación.
Mis naranjos están cerca del río, y allí te acerco...
para que las cañas que presumen de verde esmeralda,
vean de una vez que no hay más preciado verde...
que tus ojos de dulzura emergente.
Y como no, iremos a ver a mi amigo el mar,
adornado con todas las gracias
con que la naturaleza lo engalanó,
todas menos ese espejo que le llevas de regalo
para que pueda contemplar sus limitaciones.
Si te place, te muestro al mundo, para que aprenda…
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