Por aquella calle estrecha se coló un frío,
cabalgando en un viento que helaba
los supuestos rocíos de otros amaneceres más logrados.
Se anuncia el otoño, que va madurando todos los extremos,
e impone una cordura, a veces supuesta,
y otras real como la vida misma.
El otoño anda sin correr, el otoño siempre llega,
y te da esa serenidad con luz,
para pacer por la paz del entorno…
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