Recuerdo los momentos después de la primera emoción,
del impacto suavemente certero,
de tu presencia improvisada en mi alma...
ávida de todos los ciertos que te engalanan.
Fue como pasar de una reducción,
rayando en lo absurdo, a empezar a vivir...
Pues eso, en el emocionante mundo de la sinrazón,
plagado de todas las razones maravillosas, ellas…
incontenibles, imparables, emocionadas.
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