Y si, en lugar de gotas de agua, llovieran nubes,
seguramente todos los mares serían océanos,
y si llovieran cielos, la invasión sería de azules celestes...
que mejorarían todos los nubarrones en los que se convierten
las consabidas nieblas espesas, teñidas de negro.
Recuerdo haber estudiado que una vez ya llovió maná,
especie de rocío milagroso con el que Dios
alimentó a los israelitas en el desierto.
Debió de estar bien, lástima que no les llegara a tiempo...
el café en el campo, deseo de Juan Luis Guerra.
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