El agua del mar se desriza,
en ella ya no flotan rosas blancas,
ni hace olas prepotentes...
que no le van a su alegría tibia y noble.
Los yates de los ricos han salido de paseo,
y las barcas de los pescadores
se columpiarán menos,
pero sus tripulantes seguirán...
siendo gente encantadora.
El sol juega con el agua quieta,
y la llena de manchas relucientes,
se aclaran todos los azules,
las gaviotas esperan,
y yo me siento en un banco
a recuperar gemelos...
y a observar y aprender.
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