Uno que ya compartió carbonilla y brasero con su abuela, y también participó en los refranes que dicen los viejos tras el fuego, ahora acude a alguna charla, para contar anécdotas que, a veces, parecen las batallitas del abuelo cañón. Pero como también hay chocolate sin leche, y algún cómico visceral que hace disfrutar, hace que cada frecuentada sea una amena concertación de pareceres. Las mejores tertulias son aquellas a las que acudes sin tener ninguna obligación, ni para hablar a la voz de ningún amo... simplemente, san queremos…
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