Hoy he visto a un joven que hablaba solo, supongo que con la oreja ocupada, que no le impedía hacer su camino, hacia alguna parte. He recordado que tuve un tiempo, no muy largo, de hablar solo, con la oreja libre, y la mente ocupada en precisar los posibles impactos, a la mujer de mis sueños. Hablamos de una conversación lúcida, firme, directa, con buen final, pero como resultado de una acción valiente, que venía de un miedo atroz. Pero... como yo era el director de la escena, la cosa acaba bien, con abrazo y beso de película buena…
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