Si hacemos un concurso de besos, seguro que pierdo,
porque no es una técnica o un proceso progresivo,
de ejecución premeditada, más bien es un latido instintivo,
espontáneo, que imparable sale del alma enamorada,
como un obús que sólo estalla en terreno abonado.
Quizá fuera un ganador si hablamos de besos ciertos,
naturales, con proyección de continuidad,
para satisfacer por entero a todos los ciertos
que navegan por los océanos del amor.
Oda a los besos que no son falsos,
menos aún protocolarios, mejor interminables…
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