La vida de tu mano daba vida, da vida,
y los preámbulos de la primera vez
daban vida a través de la esperanza.
Fue como una exposición sin nudo,
y con un desenlace inequívoco…
Hubo expectativa y mimo,
miradas de ternura en la intemperie,
se llegó a la aceleración de los anhelos,
y se culminó en la extinción de los fríos,
mano a mano, en las noches sin luna ni nubes,
sólo estrellas de brillo azul y tú, entre ellas,
iluminándolas a todas como si nada, como con placer,
enseñándoles a brillar como Dios manda.
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