El lenguaje de los silencios.
La charla amigable de las sonrisas.
La elegancia de las miradas seductoras.
El anuncio del ademán sugestivo.
La actitud inequívoca, eficaz,
El apretón de manos acorazonado.
El abrazo sincero y profundo.
La expresión natural, madura...
sin mucha reflexión, precisa.
Una voz que clama sin desiertos...
y sin vinos que confundan los decires.
Un manantial que emerge en disimulo.
Una fuente entre la sed de justicia.
Una paz sin miedo, libre, cierta, real.
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