Una gota de rocío viajaba...
por los pétalos de una rosa blanca,
contenta de la firmeza
de aquel firme suavemente deslizante.
De la rosa al jazmín,
intensificando aroma
y perdiendo firmeza en suelo.
Y de allí a la violeta, madre de las flores,
madre del respeto y la prudencia.
A veces creo que todas son la misma flor,
que ha pasado por la pubertad,
la adolescencia y la madurez,
y las gotas de rocío se recrean...
esperando la vejez.
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