Es frío hasta el sol y, en las zonas sombrías, las orejas chirrían y la nariz gotea perlas cristalinas. Pese a todo, he salido a caminar por la urbe, por caminos desconocidos, por barrios que no había transitado nunca. Predominan las sudamericanas de habla melosa, y abundosa, no callan ni en el silencio, van y vienen de compras y de papeles y carteras. Parecen bien instaladas, con una cierta seguridad, y a mi me agrada y me conforta. Sigo mi camino... pretendo llegar hasta la playa, luego, ya en el puerto, será territorio comanche…
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