La serpiente, siempre expectante,
por la parra que regala uvas,
sombras y remansos de sosiego,
cazó un ratón y, en un descuido,
se cayó al suelo, y perdida,
soltó la presa y, en pleno retortijón
y eléctricas ondulaciones raudas,
desapareció, cobarde como siempre...
Es curioso que, entre los brotes
verdes de una paz, resurja, un producto,
salido de los barros más fangosos,
y devore una inocencia, hasta tal extremo,
que tras asomar cabeza, se esfuma,
y suele acabar molida a pedradas…
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