Hoy pasé por los santos lugares...
aquel jardín en flor que rendía
pleitesía a tu paso y estaba a la altura
de tu belleza también en flor.
Me di una vuelta por aquel bar musical,
donde nos pusimos de acuerdo,
y la música fue testigo, mudo, paciente,
inaudible, discreta, presente.
Después del beso y del amor,
apareció otra vez, la música, suave,
a ritmo de caricias, cual yema sutil.
Pasamos por tu casa, entré contigo,
saludamos, me marché sólo.
Todo legal, sabido, al alcance.
Mañana... mucho más,
y el recuerdo se hará paz,
será hoy… será siempre.
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