Me convertí en otro tú,
y me ausenté de mi,
íbamos a dos en uno...
Tú conducías, mandabas,
decidías, concedías, o no...
Pero un día te hablé,
bajo la sombra de un cerezo,
y te propuse un regreso,
compartido, hacia el nosotros,
con lo lindo de las ausencias
y la excelencia de los regresos.
Un tú y yo de la mano, saltando...
las combas ondulantes de la vida,
sin hacer de ti, otro yo,
sin hacer de yo otro tú.
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