¿Será verdad que la belleza cansa,
el orden, lo establecido, lo coordinado,
lo complementario, lo que cuadra,
lo que se espera, lo afín, lo enmarcado,
lo justiciero, lo constitutivo, tan cacareado,
y todo aquello que amaga...
las verdades fehacientes?
¿No será más fotogénico el mal, lo confuso,
lo espeso, lo umbrío, la no belleza,
las calles estrechas con mil cruces,
que huelen a fritos muy refritos,
y expanden humos y sombras?
Para vivirlo, escojo la belleza,
para contarlo y acercarlo a la vida,
mezclaría conceptos y lo haría real,
como lo cotidiano…
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