Un día me desricé los rizos
y me tragué los miedos,
y los digerí crédulo, convencido,
y me vencí los retros inhibidos,
y me fui de ensayo al desierto
donde la estación vacía era llena…
seleccioné palabras para el directo,
rescaté contundencias de antaño,
donde se plasmaba el arrojo y la labia.
Aprendí el discurso dictado
y eterno que brota en lágrima y fuego.
Me prendió la descarga de impacto,
las certezas con nudo y aplauso,
el orden para el concierto final.
De la selección de tonos
elijo el firme de seguridad, directo,
moldeado, no exento de cordura
confundida entre locuras voladoras.
Cambié los miedos por los sueños,
y éstos por despertares con sonrisa.
Cogí la fuerza del sentido,
me vi liberado y galante,
acudí presto y lúcido y libre,
y en mis blancos encontré tu arco iris.
Había educado a la prudencia,
ausentado temores infundados,
porque… un día desricé los rizos
y lo vi claro… casi todo, lo vi.
Nos vimos sin coraza, te igualé, un suponer…
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