Teresa tiene clase hoy, volvimos.
Llenamos el Sony con Los Panchos,
sus cuerdas afinaron agudos de ensueño
y el estéreo se recreaba en los fondos.
Qué nítido todo, qué traspaso de tiempos que no pasan,
nostalgias del alma, la vida misma con sus arritmias…
Y nos fuimos de rondas tranquilos,
de aquellas que se acaba por reír,
y nos vimos sin dudas y en paz, aprendiendo contigo,
que la semana es eterna, pero corta… contigo,
recordando mi vuelta a la vida, cuando te conocí,
día glorioso, único, inicio del mejor concepto de felicidad.
Porque hoy es mi día, voy al pueblo,
mi corazón se para frente al mar, mi mar de sol y sal y cielo,
y entonces suenan las campanas, aquellas de fiesta en el amanecer.
No estoy muy lúcido hoy… pero me encantaría escribir,
tener la inspiración para poner un final feliz a los tiempos,
a las historias de las vidas errantes,
un final de amor, sin moraleja, donde el tu sincero y la ella noble…
se atraen limados entre músicas.
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