Me fascinan las olas sin cresta,
aquellas que ondulan plácidas
por los azules salados del sol…
del sol con sal, por supuesto.
Me gustan las caricias de las yemas,
aquellas sensibles que encienden
las posturas tenues de la ternura.
Me encantan las músicas sin estridencia,
aquellas que son melodía,
en los espacios paz de la calma,
subidos a lomos de un Mozart inmenso.
Doy un voto de albricia a la suavidad,
aquella que esculpe los sentidos
y los hace musa de los bellos etéreos.
Sueño con el sol purgado con nube,
que no asa, y conforta y acoge…
canto a las brisas suaves de mayo,
a las tormentas tímidas de abril,
a las mañanas con bici, pensando…
en los sueños con niña con trenza.
Sueño con los ritmos constantes
de las adiciones y los sueños a mano.
Me acojo a los placeres sencillos,
aquellos donde experimenta la timidez.
Aplaudo el silencio de los besos espontáneos,
la aprobación de los deseos profundos…
Un viva y un olé a lo sencillo y real.
Me fascinan las olas sin cresta,
amo la suavidad que esculpe…
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