Me he levantado soñando con mi bici, la "impala", siempre a punto, ávida de pedaleos que la lleven por entre los suspiros del mar, donde las niñas hacen operación bikini, los viejos verdeamos y el mundo se relaja en una visión de paz, entre ficticia y reparadora. Mis compañeros… uno tenía compromisos sociales y el otro, con los vientos, anda. Así que me fui a ver el mar, a mi aire, sin ritmo, ni radio, observando, dominando los cambios de marcha a indicaciones de los vientos caprichosos. Siempre me gustaron las colas de caballo, las niñas con perro, las madres, muchachas, corriendo con carrito con niño, la joven misteriosa, anquilosada e indefinida, algún ligue con bici, encuentro, sorpresas a la carta.
A tu aire, observando andares, incluso… con cierto aprecio del arte en movimiento, hay que decirlo fino, si no… te plasman de viejo verde. Me hice 40 Km, a mi aire, sin prisa, valorando el entorno cubierto de magia. Vi a un médico como a un robot con pilas y a otro traumatólogo conocido llegar a la Arrabassada sudado, con esfuerzo. Y uno piensa… ¿será verdad que quien mueve las piernas mueve el corazón? Nos vemos, hay mucho que ver… me encantan las colas de caballo… de las niñas.
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