Salió rozando el larguero, por poco,
no acertó la vaina, tocó hierros laterales,
no llegó a tiempo ni con excusas…
Y se le resiste el baile, y el orgullo,
y en las distancias cortas… pierde,
no traspasa sierras, ni ocupa llanos,
y va de lejos y inclinado, torcido,
de ventana oscura, patio sin bosque.
Flor de acantilado que te proteges sola
y, sin defensa, te liban en vuelo
los insectos lamineros, con riesgo…
Canasta que no entra fácil,
cuento mal contado, sin alma,
piedra rodada sin moho, sin nada…
Tren que no llega, autobús que pasa,
horizontes cercanos con nubes,
que no te dejan ver los lejos…
Un concierto, otro baile, sin pareja,
un ángulo con ápices de luciérnaga
para vislumbrar tu ausencia…
Un miedo creciente, una angustia,
un desierto, un encierro, una sombra…
El avión que ya partió, a su hora,
la nave de quien no oyes sus sirenas,
el tiempo que te ha quitado tus opciones
y te ha subido en los retrasos del rubor…
¡Timidez, no eres ningún tesoro!
Me basta con la prudencia…
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