divendres, 2 de maig del 2014

Qué bien volamos

El Kuga, cierto, seguro, ágil, se pasa los pueblos valencianos fácil, sin pestañear: Chiva, Cheste, Buñol, Requena… i, en un soplido, al Rabo de la Sartén, el túnel aquel que lleva a otra comunidad, Castilla-La Mancha, a tocar... Cuenca y sus pueblos, su Júcar y el Huécar, sus verdes, cereales, viñas, árboles… Pueblos, en este caso de Castilla, con sus gentes amables que saludan corteses y te explican sencillos y nobles. Cuenca capitanea amorosa, generosa, adosada por urbanizaciones y chalets, que ya la hacen madre acogedora…

El bus número uno nos subió al Castillo y vimos las casas colgadas… dicen que sorprenden más de noche, pero fuimos bajando poco a poco por la parte vieja y genial. Cominos en La Venta y paseamos por la Calle San Francisco, con sus típicos sitios de tapeo, como la muy conocida Casa Paca, donde las tapas son abundantes, más que en Granada, diría. Hoy hemos paseado con guía simpática por La Ciudad Encantada, algo digno de ver, donde hemos hecho fotos de cada belleza y la imaginación nos ha transportado por los tiempos, los sueños y las fábulas.

Hemos visitado dos pueblos. En Valdecabras no había apenas nadie, pero la soledad se hacía compañía entre líquenes descontaminados y oxígenos limpiadores y puros. Hemos ido a comer a otro pueblo cercano, Villalba de la Sierra, ése ya más grande, con alguna casa típica de la Serranía de Cuenca… ya sabéis, aquello de los balcones de madera y aspecto señorial de la Meseta. Hemos comido todo lo típico de por aquí: morteruelo, cordero, quesos manchegos y, por supuesto Resoli, bebida típica que no está mal. Me ha sorprendido un vino del lugar, Salia, excelente. Me ha gustado… no tienen mar, sólo mar de piedras, pero tienen su encanto.

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