Un trámite en el estrago de un rechazo,
una pausa en el recelo, un suspenso,
una parálisis por entre las caras del odio,
una inhibición, con muerte aletargada,
del no de los deseos no logrados.
Un llanto interior, profundo fuego,
sin lágrima que apague nada,
cabeza ida, alada, sin mirada,
espectro de muerte anunciada, noche…
por entre los interiores, suspiros,
penas sin control que no trascienden
y, parceladas, se ahogan en el no.
Funeral de los despropósitos heridos, terminales,
música sacra de lamentos y crujidos.
Allá sentado, en el ángulo oscuro,
fenece un indigesto sin mañana,
sin prontos, ni tempranos,
cerrado en la cárcel de sí mismo, víctima,
de lo fingido, de lo robado, de lo fácil,
de los sueños hermosos y estados febriles,
de las ausencias por entre lo irreal,
para volver sin norte ni lugar…
La inhibición y el deterioro,
incomprensión ante el abrazo,
la soledad, y el fin del aliento,
la vergüenza y la lástima y el latido,
que te ayuda en tu último mensaje…
¡No a la droga!
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