El olvido dispara ráfagas de ausencia,
el pensamiento tiene los surcos vacíos.
Silencios por toda respuesta, se acabó.
A pesar de todo, el sol ha hecho un intento,
un aullido sin perro, el gallo un pregón,
el tránsito, un tren, despierta el día…
perezosamente, despiertan otros.
A mi lado no hay nadie, soledad,
largo el sofá, inmensa la cama,
un teléfono mudo, un correo fundido.
Nada, me quedo en jarra frente a la ventana.
La vi partir, sin convicción ni regreso,
y ahora voy a volar por los misterios,
voy a ir en busca de los fríos,
voy a subir por el reflejo del enlace
que me lleve al surco, aunque vacío.
Voy a llenar de fe mis esperanzas,
voy a subirle el volumen al silencio,
voy a llegar siguiendo el rastro
de aquella lágrima furtiva, caída,
que era el último vestigio de tu aroma.
Voy a poner tibias las ráfagas del olvido,
voy leído y mejorado, ilusionado,
para transitar por los puentes con luces,
que aúnan voluntades y liman asperezas.
Tristeza, cuando la soledad no es opcional.
Unas pascuas cuando se llenan los espacios,
aquellos que faltan en el alma enamorada…
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