Pude escribir una canción desesperada,
destrozar los entornos y las interioridades...
del más bello de los proyectos, pero no lo hice.
Escribí mil canciones al viento, puse amor en cada letra
y una música de brisa en primavera...
que alegraba los ambientes desolados por el despropósito.
Pude romper con la magia de los deseos,
pude ser soez acercando los vocablos al ventilador,
pero tampoco lo hice, cambié de lengua y de lenguaje,
y acudí presto a hablar con los delfines,
aquellos que juegan y transmiten con sus risas
...los mejores ciertos del alma.
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