Siempre hay gente ávida de protagonismo... les gusta presidir las mesas, provocar los silencios en sus discursos y el aplauso multitudinario, y hasta algún mutis generoso y estratégico. Conocí uno que incluso le gustaría ser el muerto en el entierro, pero no un muerto cualquiera, uno famoso que se suicidó por la pena de no haber conseguido un amor de esos considerados imposibles. También hay gente que tienen la prudencia de las violetas y gozan de los afectos bien compartidos…
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