Cervantes, don Miguel, se quejaba del cielo porque no quiso darle la gracia del poeta... A mí me gusta creer que sí tengo el alma de poeta, quizá no la técnica, ni la gracia, ni el buen gusto, ni el arte en el decir y el escribir qué requeriría mi buena y agraciada alma. Puede parecer un poco pedante pero, a veces, cuando les cuento mis pequeñas cosas, me siento como bien, pocas veces me salen malos alientos ni palabras soeces, mi alma no está nada mal, dicen, mis generosos próximos...
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