Ella pasea su sonrisa por la noche, la luna se pone a tono,
las rosas asoman por los jardines de su vida.
Ella se proclama reina de las luces en el amanecer de las delicias.
Ella siempre resurge entre las nubes rojas de un atardecer en retirada,
dando constancia de la bondad de la belleza plena.
Ella cabalga por los azules de mar y cielo,
y allá se encuentra con mi alma en gloria.
Ella y mi alma, en un reino de paz y amor, allá a lo lejos, o no tanto,
el amor no elige los espacios ni los tiempos, ¿verdad?
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