Miserias humanas, el defensa está obsesionado con los Aquiles de los rivales, el portero pierde el tiempo, el central intimida mostrando de forma aparatosa su corpulencia y el periodista o el comentarista, de baja calidad de observación, profesional e incluso humana, valora al jugador que tiene el arte de engañar al árbitro... dice que es profesional, que juega su partido, y así nos luce el pelo. Ya lo dijo el poeta, la verdad es muda, la mentira trilingüe... y, en el fútbol, se tendría que aislar a tanto pseudoperiodista, tertuliano tan mediocre y sin luces, sólo fanatismo comprado.
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