Los domingos no hay escuela, el colegio está vacío, las palomas, e incluso una gaviota que parece que congeniaba con ellas, campan tranquilamente por el patio, hoy no hay músicas ni jolgorio, ni alegrías varias de las voces angelicales de los niños… Posiblemente, a media tarde, empezarán a dar señales de vida por la plaza y mi amigo, el de la voz grave, dará sus gritos eufóricos, al marcar su primer gol…
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