En el estanque, no hay ranas encima de las hojas de nenúfar, curiosa visión, se acerca mamá pato con ocho preciosos patitos, algunos se suben a las hojas, se desperezan, aletean, mientras mamá controla de cerca… Después de un ratito toca retirada y, a un ligero y musical graznido de la pata, van saltando y se ponen en formación hasta perderse tras las cañas. En el estanque, la vida sigue, natural.
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