Observo el patio del colegio, suena la música, salen los alumnos, se activa la vida, parece que todos tienen su parcela, incluso los que van más sueltos tienen su espacio de gloria… Me los miro y, cómo no, mil imágenes... ahora la que más me emociona es la de mi compañero Luis Lázaro, hermano de La Salle, que nos dejó para ir al cielo, un santo y ejemplar varón muy querido por todos.
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