Y en el sueño, soñaba en un paseo por el bosque, piernas ligeras, aroma de bosque, romeros, tomillos, lavandas, y, en los pinos, ardillas jugando a volar de tronco en tronco… Y allí, aparece de pronto, mágico, bien conservado, esbelto y atractivo, el acueducto romano, orgullo de la ciudad, me acerco, siempre recojo alguna piedra de recuerdo, lo transito y contemplo el paisaje a ambos lados, y procuro entender la utilidad pública que podía tener en aquellos tiempos de romanos...
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