En nuestro paseo de hoy ya hemos visto tres, van en silla de ruedas, conducidos por la hija, la nieta o la trabajadora social de turno… Algunos conversan plácidamente y toman el sol, otros tienen menos conciencia de paseo y parecen asumir en lugar de disfrutar, de todo hay en la viña… Algunas sillas están motorizadas y son conducidas por sus propios ocupantes, son más autónomos, ya han aceptado su situación y gozan de esta pequeña libertad… Recuerdo que yo llevaba a mi madre a pasear por el Serrallo, en silla de ruedas, y me causa un gran placer recordarlo.
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