Miraba la noche... llega un momento en que la noche se queda sin cielo, se queda sin nadie, se queda sin nada… y uno duerme bien, plácidamente, hasta que de pronto se oye el tropel de los silencios, voces que despiertan y acompañan, y uno se va con ellas, a vivir y a convivir, a ser feliz, a reparar, a compensar, o más, simplemente, gozar la plenitud a la que se le tiene derecho y nunca es tarde para conseguirla. Cuando muere la noche, los silencios corren y te abrazan efusivamente...
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